JORNADA 13
ATHLETIC 0 - CÁDIZ 1
MÍSTICA VICTORIA CATEDRALICIA
ATHLETIC: Unai Simón, Lekue, Núñez, Yeray, Balenziaga, Dani García, Vesga (Raúl García 58'), Berenguer (Nico Williams 46'), Muniain (Nico Serrano 76'), Sancet (Morcillo 89') e Iñaki Williams.
CÁDIZ: Ledesma, Iza Carcelén (Akapo 71'), Haroyan, Cala, Espino, Jonsson (Negredo 84'), Álex Fernández, Salvi (Chapela 46'), Alberto Perea (Arzamendia 63'), Sobrino y Choco Lozano (Fali 71').
ÁRBITRO: Jaime Latre (aragonés). Amonestó a Yeray, Morcillo y Nico Williams por el Athletic y a Haroyan por el Cádiz.
GOL: 0-1 Salvi (6').
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la 13ª jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio San Mamés ante 37.581 espectadores.
CRÓNICA SULFURERA: Busca Vizcaíno ubicación para el estadio nuevo, mastodóntico y multiusos. No te comas el coco. Que el Cádiz juegue en la Plaza Pío XII, con una portería en la puerta de la Iglesia de Santiago y la otra en la terraza del Terraza, valga la redundancia. O sea, que juegue en la Catedral, que en la Catedral nunca pierde. El partido de ayer fue el remake, o la segunda parte del partido del año pasado. Un Cádiz por delante, un Athletic inoperante, un Ledesma de Marvel, y tres puntos a la buchaca, con la misma sensación: la de un Cádiz crecido a la sombra del busto de Pichichi, alimentado por el chirimiri como maná celestial, seguro de lo que hace, firme en su fé. Parece como si el retiro al campo de San Mamés fuera el momento que Cervera buscaba para reencontrarse. Como si tocara esa retrospección como terapia. Como si la etapa con final en el modernísimo estadio, heredero de la mitológica cancha bilbaína del león disecado en el palco, fuera el punto de inflexión, el momento zen que necesitábamos para ponernos en nuestro sitio, para volver a ser lo que tenemos que ser. Quizá lo místico del lugar nos ponga pitosos, a los fans y a los jugadores, y la carrera sobre el césped bilbaíno motive más que sobre otro tapete. Que un balón besando las mallas vascas tuviera más valor, no matemático pero sí sentimental. San Mamés, Bilbao, tienen un color especial. La perpetua nube, el buenrrollismo del graderío, la pureza del fútbol por aquellos lares en los que cualquier pavo que salga a jugar con la mayoría de edad recién estrenada evoca a los Gaínza, Zarra, Dani, Iríbar o Sarabia. Parlamentando de fútbol, Bilbao is different. Lo que pasa es que Cádiz también. Será por eso que nos llevamos tan bien, les ganamos, y si luego no hay botellón conjunto de tanto y tantos miles de personas es porque nos separan mil kilómetros, que si no…
Nada le viene mejor al Cádiz que un gol a favor en el minuto 6. Pero nada le viene peor a los miocardios de los cadistas que un gol a favor en el minuto 6. Ochenta y tantos minutos por delante a base de morder uñas y entretenernos en rituales sin lógica, como mantener la postura en el sofá o no cambiar el volumen del televisor. Supersticiones a prueba a lo largo de hora y media. Lo podría haber aliviado Perea a la media hora cuando disparó al palo que no era y le facilitó al portero de la selección una bonita pose para los cromos del año que viene. Larguísimo partido me cagoundié. Menos mal que el Gafa aprovechó la semana para recuperar las neuronas de los futbolistas, antes que los gemelos y los isquiotibiales. Me da que Cervera se ha tirado tres o cuatro días haciendo prácticas de psicólogo. Ignoro si con diván, o con cafelito de por medio. Pero Alex vuelve a ser Alex. Jonsson se parece al guiri currante del año pasado, y no al Erasmus de caleteo eterno. Salvi cuando corre se cree Usain Bolt, y Sobrino ha borrado de su mente la cagada de la semana pasada, y ya no recuerda nada de lo sucedido hace siete días…Ay las sesiones de hipnosis cerverianas. Necesita por cierto el Gafa, buscarse un intérprete de armenio para completar la terapia con Haroyan. Sobre todo en lo que respecta a insertar momentos de lucha grecorromana entre balón a la olla y balón a la olla por parte del equipo contrario. El armenio crece poquito a poco, pero por momentos se balancea en la delgada línea que separa lo reglamentario de lo fullero. Es mal negocio para el VAR, y lo mismo que rachitas sin fundamento o empujoncitos almibarados dentro del área pasan de largo, cualquier día un pejiguera de la sala de vídeoarbitraje se chivatea al trencilla de turno y le pone diez repeticiones de una racha del armenio que desemboca en penalty carajote. Ojito. La manita relajá, Haroyán. Y puestos a ver crecer futbolistas, vamos a empezar a ponerle la lupa a Arzamendia, que parece va progresando adecuadamente.
De la victoria de anoche se pueden sacar lecturas, todas las que quiera. Pero ninguna como ese plano televisivo en el que multitud de cadistas festejaban en el graderío el éxito amarillo. Alimentaba el alma ver esa esquinita de la platea reservada a los nuestros. Y no sólo la esquinita porque enfocaran a donde enfocaran, siempre aparecía algún apóstol de la religión amarilla sentado en medio de aficionados del Athletic. Bufandas dispersas, camisetas pretéritas camufladas entre chapelas, y un momento escandalosamente emotivo, cuando en un plano corto que pretendía hacer protagonistas del momento a dos futbolistas pugnando por una pelota, toda España fijó su vista en una bufanda que rendía homenaje a Fernando el Baguetina. Allí, por el moderno San Mamés y su mística heredada, aparecía la esencia del aficionado cadista, coleccionista de disgustos en Segunda B, consumidor de partidos olvidables, de malos ratos y vueltas a casa consultando clasificaciones que no salen en las televisiones nacionales. El año pasado las restricciones nos impidieron la visita. Pero este año, criaturitas que cruzaron la piel de toro hace ya seis años, esperanzados por un ascenso a Segunda A, visitando San Mamés como Paco Martínez Soria con la boina enroscada por la Gran Vía, se volvieron para casa con la victoria que aquel Play Off nos negó. Las catacumbas quedan lejos. La religión cadista se extiende alegremente. Y se nota porque en la arena del circo, fuimos nosotros los que nos comimos a los leones, y no al revés.
P.D: Mientras usted leía esto, el Pacha Espino seguía corriendo.
FOTO: Ese señor de la afoto con pintas de corista de los 90 es Emilio Cidad. Fue de los primeros psicólogos que formaron parte del cuadro técnico de un equipo de primer nivel. Concretamente, del Madrid de Benito Floro. Al principio sirvió de cachondeo porque recurría a dinámicas como hacer a los jugadores chupar un limón imaginario o recitar poemas en calzoncillos (no es guasa), pero con el tiempo se ha demostrado la importancia de estas movidas. Visto el cambio de Sobrino de la semana pasá a esta, se ha hartao de chupar limones, fijo. Po que siga así.
Foto: El País
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