CÁDIZ 0 - VALLADOLID 0
INOLVIDABLE AÑO. OLVIDABLE PARTIDO
CÁDIZ: Ledesma, Iza Carcelén, Marcos Mauro, Cala, Espino, Fali, Jonsson (Bodiger 84'), Iván Alejo (Álex Fernández 46'), Alberto Perea (Jairo 61'), Choco Lozano (Álvaro Giménez 60') y Negredo (Malbasic 84').
VALLADOLID: Masip, Hervías, Bruno, El Yamiq, Raúl Carnero, Roque Mesa (Fede San Emeterio 79'), Rubén Alcaraz, Óscar Plano (Kike 79'), Orellana (Jota 69'), Sergi Guardiola y Weissman (Toni Villa 69').
ÁRBITRO: Hernández Hernández (canario). Amonestó a Fali, Iván Alejo y Choco Lozano por el Cádiz y a Roque Mesa y El Yamiq por el Valladolid.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la 16ª jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Ramón de Carranza a puerta cerrada.

CRÓNICA SULFURERA: Si el universo numérico y la cábala no falla, está claro. La secuencia de los últimos resultados te lo dice: 0 a 4 contra el Celta, 0 a 2 contra el Getafe, 0 a 1 contra el Betis, 0 a 0 contra el Valladolid y…¿Cómo quedaremos en Valencia? Te lo digo…Cádiz cero, Valencia menos uno. Y es que me estoy viendo que la FIFA introduce en el Reglamento los tanteos bajo cero antes de que nosotros marquemos. Cerca de 400 minutos sin marcar desde la pillería de Negredo el día del Barcelona, mosquea. El caso es que llegamos pero a trompicones, sin puntería ya no en el tiro, sino en el pase que contabilizaría como asistencia en caso de final feliz.Es más asunto del penúltimo toque de balón que del último. A los delanteros le llegan pelotas maleducadas, los centros se quedan cortos o se pasan de largo, los defensas contrarios parecen agigantarse cuando meten el cuerpo…todo parece tan complicado. No fallan los nueves. Ni siquiera tienen la oportunidad de meter la gamba. Cuando rematan sacan petróleo de balones cautivos, en posturas incómodas, en escorzos imposibles. Y a veces, incluso en esas condiciones, asustan al portero rival. Demasiao los chavales.
El Cádiz busca la verticalidad como el quinceañero ssiego cuando el padre va a buscarlo a la puerta del Cotillón. Cervera tiene claro el célebre postulado de la geometría que dice aquello de la distancia más corta entre dos puntos. Ya saben: la línea recta. Si quiero ir de Cádiz a Conil, para qué voy a coger por Medina. Po eso. Me temo que si al Gafa se le ocurre ir de aquí a Huelva, se cuele con el coche por Doñana y se lleve por delante a tres o cuatro linces, que es más recto que trincar la S-30. De ahí, que use la táctica de la casapuerta. Al portón de la calle (Mauro y Cala), le pone una cancela (Jonsson y Fali). Medio del campo destructor, y que construya Sanani. La dupla calé-escandinava cumple su cometido. No es un despacho de arquitectura, más bien una empresa de demoliciones…o eso puede parecer hasta que a Fali le llega la pelota.
Porque resulta que Fali no es ese jugador que pide la pelota como si se la hubieran traído los Reyes. No le corresponde dejarse ver, señalarse el pie derecho con el dedo índice mientras le reclama la pelota al central , hipotéticamente torpón, encargado de recibir del portero. Y renglón seguido, con el balón en su poder, pero no en su vista, otear el horizonte como un Isaiah Thomas o un John Stockton de la vida, seleccionando el pase perfecto, jugando al ajedrez mientras trota. No. A Fali le llega la pelota porque se la encuentra o porque la roba, pero…¡Oh inesperado deporte rey!...cuando la suelta, la hace mezclando sencillez, efectividad y una seguridad que parece de coña. El mismo que ubicado en el centro de la zaga, patea el balón poniéndola en órbita como un Sputnik de cuero, cuando se coloca en la zona media, lo perfuma, lo coloca en una bandeja y lo entrega como un Pep Guardiola romaní. Al parecido físico (o se lo veo yo namá) le acompaña el número tres en la espalda, clásico dorsal del jovencito Guardiolita en la época del Dream Team noventero. Fali se la quita al contrario, y se la da bien al compañero. A veces, incluso al primer toque. ¿Qué más quiere joé?
Llegadas estas fechas, toca hacer balance del año. El 2020 lo terminamos como lo empezamos: empatando a cero contra un equipo de la ancha Castilla. El 4 de enero de 2020, sin mascarillas, con público y con el repertorio casi a puntito, empatábamos contra la Ponferradina. Casi un año después, con mascarillas, sin público y ahogando las nostalgias carnavalescas en esos maravillosos vídeos youtuberos que a diario nos cuelga el grande de los Piratas, (ole tú, José.Maravillosa labor), empatamos con el mismo y reondito resultado frente al Valladolid. Todo balance sería colosalmente chungaleta si no fuera porque el primer partido se jugó en Segunda, y el de hoy en Primera. Para el cadismo, mentarnos el 2020 es provocarnos una muequita sonriente, a pesar de todo. Ascendimos a primera. La sexta vez en ciento diez años. Por tanto, su capita de purpurina dorada a cada uno de los dígitos del puñetero añito. Sin pasarnos, que la alegría nunca puede ser completa sin baño en la fuente y sin abrazo con el del asiento de al lado. Encima en el veinteveinte le ganamos al Madrid allí, y a Messi aquí. Y si todavía es poco,acabamos el año con casi casi casi la mitad de los puntos que te dan la salvación, sin haber llegado a la mitad de la temporada. Así que si estás amargao por el Cádiz, es tu problema. Coge el día 31 por la noche, te pones el pijama y una corbata en lo alto, le endiña fuerte al matasuegras, te pone el disco del Boom del año 91 y te coge un morasso casero de Baileys mientras bailas con el perro ladrando al lao tuya “Tus ojos bandido robaron con cuentos naninonaninonaná” y disfruta, cojone, que son dos días, y estamos en Primera. ¡Feliz año, gente!
