JORNADA 15
CÁDIZ 1 - ATLÉTICO DE MADRID 4
BLACK SUNDAY, OTRA VEZ.
CÁDIZ: Ledesma, Iza Carcelén, Haroyan, Cala, Espino, Jonsson (Fali 83'), Álex Fernández (Bastida 83'), Salvi (Chapela 78'), Alberto Perea (Negredo 68'), Sobrino (Arzamendia 77') y Choco Lozano.
AT. MADRID: Oblak, Savic, Giménez (Felipe 34'), Hermoso, Marcos Llorente, Carrasco, Koke, De Paul, Lemar (Correa 73'), Griezmann y Luis Suárez (Cunha 73')
ÁRBITRO: Gil Manzano (extremeño). Amonestó a Álex Fernández y Jonsson por el Cádiz.
GOLES: 0-1 Lemar (56'), 0-2 Griezmann (70'), 0-3 Correa (76'), 1-3 Choco Lozano (86'), 1-4 Cunha (87').
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la 15ª jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Nuevo Mirandilla ante 16.861 espectadores.
CRÓNICA SULFURERA: Si en algo se nota lo gris del ambiente, es que antaño (el año pasado, vaya), en esos días en los que tocaba partido contra un grande, nos levantábamos como un seis de enero. Nos untábamos la manteca en la tostada pensando en la machada amarilla, y nos sentábamos en el butacón con la botellita esa que se guarda para las grandes ocasiones a la mano, por si había que rematar el día con un pelotazo con hielo y sin cola. Este año la ilusión ni está ni se le espera. No contamos con los tres puntos, ni siquiera con uno. Se ve lejos, lejísimos, el sorpasso gadita. Casi improbable. Así íbamos al partido de ayer. Rogando un mal día colchonero que nos permitiera rascar un puntito que nos cayera como un trozo de calicha en el coco. Y hasta la media parte, casi que nos lo creíamos. Nos dieron un tiempo de engreimiento pa ná. Aunque, por otro lado, tampoco es que a los 16.000 que andábamos por allí nos invadiera un éxtasis colectivo, y se nos pusieran los ojos en blanco con el juego del equipo. Ambiente pulcro, grada pasteurizada, relajamiento en las cuerdas vocales. Quizás escardados por lo que ahora nos encontramos cuando vamos al fútbol.Al Nuevo Mirandilla le ponen música de Ruta de Bakalao mientras lo anima un speaker de acento mesetario y muy poco age (con la de speakers con arte que hay entre el Chato y la Punta el Nao), y escardan al personal con una serie de jueguitos de luces y cámaras enfocando a la grada con el objetivo de que la peña haga el cocacola, más propios de la NBA que de un estadio ubicado entre Loreto, la Laguna y la playa de la Victoria. La desintegración de la idiosincracia de la grada cadista ya está en marcha. En lugar de decirle al resto del mundo que aquí somos distintos, estamos empezando a confundirnos con el resto del mundo y hacer las mismas polladas que ellos. Lejos quedó la trompetita del Chihuahua, el “Árbitro Guapetón” y la carga a Cherychev. El Estadio se ha vuelto el Madison Square Garden. Quiten las porterías, pónganle dos canastas y acabemos con esta pantomima de una vez.
En lo que respecta a lo que pasa en el parquet.,.perdón, en el césped. Un par de reflexiones. La primera: el misterio de los centros a ninguna parte. Es gracioso como nos entusiasmamos en la grada, cuando el Cádiz hilvana alguna jugadita simpaticota por la banda, y lo rápido que nos desentusiasmamos tal y como el balón se revolea al centro del área buscando un rematador, O fallan los centros, o los que tienen que rematar no están donde tienen que estar. ¿El huevo, la gallina, o los dos? Lo mismo que las bombas americanas que durante la Segunda Guerra Mundial eran lanzadas a los alemanes llevaban escritos hermosas dedicatorias a los nazis, los balones que el Cádiz centra llevan escritos a rotulador indeleble la frase “El que lo coja pa él”. Y lo mismo puede aplicarse a los córners del Cádiz.: son un “Booooote pas tó” contínuo. Y así no se puede, picha.
Y la segunda reflexión: al Cádiz le salta el diferencial en el momento en el que le marcan el primer gol. Tal y como la pelota cruza la línea por primera vez por remate fatídico del rival contrario, se escucha ese “Clic” del automático de tu casa, típico resultado de enchufar en una misma regleta catorce aparatos, entre ellos las luces del árbol de navidad con sus cables pelaos por la acumulación de trienios. En tu casa, el problema se soluciona acudiendo al cuadro de luces y levantando la palanquita salvadora. En el Cádiz, no hay palanquita que sirva. Como en esos partidos de chiquillos, en los que a la dos horas de correteo se escucha el contundente y definitorio “El que meta gana”. El Cádiz parece salir con esa premisa, y una vez que el contrario marca, renuncia a sus derechos de empatar y le da carpetazo al partido. La defensa se deshilacha, el medio del campo se ausenta, y la delantera echa mano de unos prismáticos para ver la pelota. Y cae el segundo, el tercero...y los que sean. Los jugadores se van del partido y reniegan de la posibilidad de seguir metiéndole mano a un Atlético que hasta entonces andaba torpecillo. La lucha se está negociando. Chungo.
Los dos partidos que vienen ahora (Elche y Granada) son como dos operaciones a corazón abierto. Podemos (y debemos) sumar los seis puntos. Nos daría un colchón imprescindible para lo que queda de primera vuelta (Madrid y Sevilla, ojú), y como el chiquillo de un castellet escalaríamos por lo alto de ilicitanos y granaínos. Un empatito y una victoria, se firma. Dos empatitos o ganar uno y perder el otro...sería un bagaje zarrapastroso. Y a partir de ahí para abajo, ruinazo. Nos meteríamos abajo, y dejaría patente una cuestión que a mí, particularmente, me incomoda: la quemaera de Cervera. Ya lo expuse en capítulos anteriores. Se le nota cierto conformismo producto de la impotencia sobrevenida ante el mínimo crecimiento de los recursos humanos a su disposición, algo totalmente injusto teniendo en cuenta la constante consecución de objetivos desde que llegara en abril del 2016. El “esto es lo que hay, avíatela como puea”, la envidia cochina de ver plantillas rivales más renovadas acorde la categoría, puede llevar al hastío, como así se refleja en alineaciones en las que no se aprecia mejora de dos años para acá. Jugamos con los mismos laterales de Segunda, a los que no se les encuentra competencia en el puesto, por ponerte un ejemplo. Un doble piciazo en los próximos partidos, puede ser la caída del Imperio del Gafa, para regocijo de muchos que al final creerán que llevaban razón cuando pedían el cese del entrenador desde tiempos inmemoriales. Seis puntos arreglarían el quilombo. Y unos pocos de fichajes, más todavía. Y si pueden ser al gusto del entrenador (el que esté), mejor.
FOTO: El Cádiz de hace dos años, cuando jugábamos en Segunda. Quitando a Cifuentes, el resto continua en la plantilla. Cambien a Mauro por Haroyan, a Jose Mari por Jonson y a Garrido por Sobrino, y es el equipo de ayer. La reconversión tampoco parece muy revolucionaria después de dos temporadas, por lo que donde toca estar es donde estamos. No hay más. Un gallito de Segunda que en Primera aspira a no asfixiarse, y a confiar en que haya al menos tres equipos que lo hagan peor. ¿Lo del refrán ese de las peras y el olmo? Po eso
Fuente: El desmarque
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