JORNADA 1:
CÁDIZ 1 - LEVANTE 1
VOLVER SIN LA FRENTE MARCHITA
CÁDIZ: Ledesma, Akapo, Haroyan (Víctor Chust 81'), Fali, Espino, Jonsson (Iza Carcelén 70'), Tomás Alarcón, Salvi, Álex Fernández (Álvaro Jiménez 81'), Choco Lozano (Osmajic 70') y Negredo (Alberto Perea 59').
LEVANTE: Aitor Fernández, Son, Rober Pier, Óscar Duarte, Carlos Clerc, Gonzalo Melero (Pablo Martínez 63'), Campaña (Malsa 80'), De Frutos, Morales, Roger Martí (Bardhi 63') y Soldado (Dani Gómez 51') (Miramón 80').
ÁRBITRO: Jaime Latre (aragonés). Amonestó a Espino por el Cádiz y a Melero, Soldado, Campaña, Duarte y Morales por el Levante.
GOLES: 0-1 Morales (39'), 1-1 Espino (97').
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la 1ª jornada de LaLiga Santader disputado en el estadio Nuevo Mirandilla ante unos 8.000 espectadores.
CRÓNICA SULFURERA: En este fútbol donde los jeques juegan a los tapones, donde las camisetas son de quita y pon, donde se tertulia más de macroeconomía que del 4-4-2, y donde el aficionado es una mera variable a despejar en la fórmula del enriquecimiento máximo de tres o cuatro…en este fútbol mierdoso y prostituido, usted y yo, aficionados de álbum con olor a pegamento Imedio y camiseta ochentera de la marca Meyba, no buscamos otra satisfacción más que la de respirar ese fútbol con olor a hierba fresca y a cigarro aliñado, valga la redundancia, ese fútbol de incorrección en la grada, sin speaker que me cante ni Roncero que me ladre, ese fútbol de ídolos a pie de acera, de peloteros imperfectos, de graderío partícipe. Añoramos el fútbol de siempre, y detestamos el circo de ahora. Y visto lo visto, los cadistas estamos de enhorabuena, porque a pesar de formar parte de la élite nacional y no tener más remedio que ser colaboracionistas del show business, de soportar las primeras ínfulas de grandeza de una directiva que comienza a soñar con ser magnates mundiales de la pelota inventando estadios donde no los hay ni los habrá…a pesar de todo eso, tenemos la suerte de pertenecer a esa pequeña aldea irreductible del balompié añejo que es Cádiz, o al menos una parte de Cádiz. Tenemos la misión de guardar en un cajetín ese fútbol heredado de nuestros ancestros, antiguos pobladores del cemento de la Laguna, y que vivimos en primera persona cuando nos llevaban al estadio con una camiseta amarilla con un once de polipipel cosido a la espada, y un escudo comprado en Duran a medio caer en la pechera de una casaca sin marca ni propaganda. Somos el Cádiz, y tenemos dos objetivos: salvarnos, y seguir siendo el Cádiz de siempre. Sus muertos quien no.
Ayer salimos del campo la Mirandilla con la doble satisfacción, y con el expediente cubierto en ambas premisas. Futbolísticamente, se vislumbra el saltito de un año a otro. El año pasado iniciamos la temporada con mucho miedo y con mucha vergüenza. La primera jornada fue un rayo castigador de desesperanza cuando vimos como el Osasuna se llevaba los tres puntos jugando al trote cochinero. Once meses después, el aprendizaje es patente. Eso, y que la plantilla ha mejorado. No echamos en falta a nadie de los del año pasado porque los que se tenían que quedar se han quedado, y lo que llega pinta bien. Cuando ayer llegó el momento del arreón final, en el once del Cádiz había cuatro tíos que el año pasado no estaban: el central Chust, Osmajic, Alarcón y Jiménez. Los cuatro se metieron en el partido a empujar como si llevaran en el Cádiz desde benjamines, por lo que no sólo empiezan a encajar en el equipo a nivel técnico-táctico-pelotero, sino que también han comenzado la Catequesis cadista y pronto serán nuevos conversos a esta religión amarilla. Permítanme destacar a Alarcón, que casi medio siglo después de la llegada de Carvallo, reabre el consulado chileno en el medio del campo cadista, con todocampismo del bueno, un desplazamiento de balón a larga distancia con mando teledirigido y un alcantarilleo de barrios bajos necesario. Ojo a éste. Y por otro lado, apareció en el campo Alvarito Jiménez, con hechuras de venir de la Bolera de jugar con los colegas, camisa por fuera, peinao de levantera y medias informales. Un tío vestido del Cádiz con el once a la espalda, las medias bajas, y regateando…ya pone pitoso. Este muchacho homenajeó al fútbol del que te hablaba antes, haciendo bien las cosas de la pelota sin tener porque hacer bien las cosas delante del espejo. Mola. Uno más para una plantilla que va camino de ser una maravillosa oda antifigureo, en la cual convive un arquero argentino con un tornillo suelto, una roca de granito uruguaya que encima marca goles, un gitano y un armenio cerrando la muralla, un guiri que parece despistado pero está en todas, uno de Vallecas que viene de vuelta que es el que habla, el del pelo teñido del terruño, los capitanes que escuchan Carnaval, el negrito que corre y no hay quien lo coja, el pelirrojo de todas las pandillas…la mezcolanza de la banda refuerza los vínculos, reflejado todo ello en un gol en el minuto 97 celebrado como una Champions por toda la bancada incluido ese entrenador que por días se agranda como referencia del cadismo practicante, y el cual colecciona momentos, vivencias, situaciones como para ser la inspiración de un personaje de serie de Netflix de por lo menos cinco temporadas.
Volvimos al Estadio, (venga, aceptamos Carranza como animal de compañía pa que no te lleves el Scatergoris, juas), con los abrazos cohibidos y la mascarilla filtrando el aliento, pero volvimos. Después de quince años desde el último partido en Primera con público en la grada, cuando despedíamos la categoría marcándole cinco chícharos al Málaga, con el Fondo Norte antiguo aun en pie. Volvimos. Y salimos con la sonrisa en la boca, la ronquera en la garganta y el depósito lleno en el corazón. Y con la satisfacción de habernos reencontrado con nosotros mismos, con ese equipo donde un lateral cortete que corre encogío, festejaba a la uruguaya un empate en el minuto 97, consiguiendo de esa forma el primer punto de los 40 que necesitaremos, y reafirmando lo que ya sabíamos, pero que de vez en cuando hay que recordar: que somos el Cádiz, picha. Y el resto no.
Foto: El Pacha y el pare. Mi que jechurita. Cualquiera diría que luego tira bocaos en la defensa, cuando más bien parece el colega que te echa el cable pa la declaración de Hacienda de to los años.
Fuente: ladiaria.com.uy
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